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El distrito de Sant Andreu, de origen agrícola, evolución industrial y mucha tradición comercial, se transforma a gran velocidad. Los cambios mejoran los antiguos espacios industriales y los integran en el Sant Andreu de toda la vida, el de la plaza del Mercadal o la iglesia de Sant Andreu de Palomar. Un distrito donde se funde el carácter más moderno e innovador de Barcelona con la presencia de un casco antiguo que vive ajeno a tantos cambios, donde la vida comercial y cultural, herencia de un barrio obrero y muy reivindicativo, ofrece entretenimiento de todo tipo al vecindario y a los visitantes.
Los cambios urbanísticos previstos, vinculados a este proyecto, ya han empezado a marcar su realidad territorial. Las transformaciones afectarán a la parte baja de los barrios de la Sagrera y de Sant Andreu y al límite entre este último y los barrios del Bon Pastor y de Baró de Viver, a lo largo del gran parque lineal que seguirá todo el trazado del tren. El barrio del Congrés i els Indians (en recuerdo de los catalanes que hicieron fortuna en las colonias americanas y después volvieron); el de Navas, en el sur del distrito; y el de la Trinitat Vella, en el norte, no tendrán desarrollos urbanos vinculados al AVE en sus territorios.
La llegada del tren de alta velocidad (AVE) a Sant Andreu, donde tendrá una de las dos paradas en Barcelona en la nueva estación de la Sagrera, significará un antes y un después para el distrito.
El casco antiguo de Sant Andreu se mantiene compacto, con más de 52.000 habitantes.
Y nuestra oficina que se encuentra en Torras i Bages, barrio que conserva, orgulloso, su carácter de pueblo independiente. La historia de este barrio combativo y reivindicativo se puede recorrer mediante los edificios de las grandes industrias, ahora recuperadas como centros culturales, pero también en sus fiestas populares.
Si se tuviera que definir el carácter de Torras i Bages en dos palabras, estas serían tradiciones y lucha. Es un barrio de vecinos donde las asociaciones centenarias, la intensa vida social, la gente que se saluda por las calles y el comercio de proximidad hacen vida de barrio. Mantiene un poso de pueblo que todavía está muy vivo en la plaza de Orfila y en el centro histórico, lleno de callejones entrañables y de comercios centenarios, donde poder disfrutar.